Ilustración de autoria propia (Personaje Camila)
Un pasado complicado
El mundo se dividía políticamente bajo la regencia de las tres reinas magas. Al oeste estaba Clarisa que abogaba por la paz y donde estaban resguardados la mayoría de las especies consideradas por la reina del este como “débiles”. La reina del mencionado este era “Caitlyn”, su único interés era el constante flujo de sangre con la excusa de tener a raya el mundo, pero todos sabían que su actitud se debía por la insana obsesión que tenía por la Diosa Seblu a la que rendía tributo con constantes ofrendas de sangre y guerras. Por último estaba Camila que se situaba entre estas dos reinas -reinos- y se proclamaba así misma como una diosa, con lo que su actitud era no tomar partido por nada, solo observar y disponer su territorio como zona neutral a cambio de una tarifa, también es donde se mueve el comercio y contrabando del continente, donde la fiesta nunca acaba y donde todos los pecados son permitidos… pues, como verás… tenemos un reino pacifista a cargo de Clarisa, un reino “guerrero” o sectario según la denominación del observador y por ultimo; un reino indiferente y hedonista, que se situa entre estos dos.
Lo que me apremia ahora es contaros sobre el gran enfrentamiento, en el reino de la reina -y “diosa”- Camila habían dos grandes murallas que dividían al reino en dos, por al medio es por donde pasaban los guerreros o pacifistas de los otros reinos cuando Camila no los quería recibir. A veces habían trifulcas, a veces ceremonias o debates para llegar a acuerdos, en el fondo los habitantes solo observaban lo que sucedía… eran nada más que espectadores, tal cual su reina. Les contaré lo que ocurrio cuando estos tres reinos se encontraron en el mismo lguar a traves de sus reinas.
La primera iba en compañía de oscuros caballeros y horrendas bestias domadas por quizá cuales indecibles artimañas. La segunda en compañía de druidas, espíritus benefactores y consejeros que parecían ser mas ancianos que las mismas murallas. En lo cual Camila solo observaba en un trono que le habían subido en el desnudo de la torre, era la torre más prominente que se alzaba desde la muralla y se imponía justo por arriba de los nerviosos asistentes. El que Camila la coronara solo complementaba su majestuosidad.
Después de un intercambio de palabras con sus más urgentes consejeros, Clarisa se acercó unos pasos y la saludó educadamente. Caitlyn no necesitaba consultar ni meditar nada, lo único que le impulsaba era la ambición de tener más tierras y súbditos.
—Reclamamos… reclamo cacería en todo lo que es el continente —se precipito a decir Caitlyn, sin rodeos.
—Todo lo que está por detrás mio, al ya salir de los muros está bajo mi protección. No puedo avalar tu estilo de vida, ya tantas veces te he dicho de los beneficios del mio y de la tranquilidad con la que nos baña nuestra Diosa; en cambio, Seblu solo reclama sangre y lo único que les devuelve es más sangre. Ante esto solo puedo proteger a los que he prometido proteger y ahuyentar la violencia del tranquilo reino del oeste. No puedo permitirte cacería en mis territorios, tampoco puedo permitirte entrar sin que antes te hagamos una desintoxicación de tu alma y cuerpo.
— ¿ Quien crees que eres para pedir mi renuncia a mis deseos? ¿ Cómo crees que no me lo permitirías? Que yo sepa ni siquiera cuentan con armas. Solo tienen a su disposición bocas con las que sueltan patrañas que solo gente estúpida podría creer. Seblu es real, fluye por las venas de todo ser viviente; en cambio, tu Diosa que ni nombre tiene, solo existe en escrituras que las podría haber hecho cualquier fanfarrón de la antigua era. Nada más que un mito, nada más que vacio.
—Te equivocas, es que no querrías entrar… te conozco. No soportarías la verdad.
—¿Cual verdad? Ya va otro misterio para hacerme perder el tiempo. Ya les dije, o me dejan pasar o no dudaremos en enfriar su sangre. ¿Sabes por qué no lo hago ahora?
—Porque sabes que está mal.
—No, lo hago porque Camila esta viendo y no pienso complacerla con el espectáculo que espera ver.
—De todas formas, como te dije, no podrás pasar a menos que tu alma y cuerpo se desintoxiquen… es parte de la magía que he impregnado en nuestro hogar.
—Pues entonces, acamparé a las puertas de las murallas y mañana volveré para otra conversación.
—Esta bien…
Entonces se retiraron para hacer pasar el atardecer sin mayor novedad. Clarisa fue a descansar al territorio de las dríadas a unos pocos kilómetros, Camila organizo otra fiesta y esa noche ocupo su magia hedonista para que el vino se derramara sin que se acabe y por último Caitlyn…
—Vamos, a ver de que van estas amenazas. Estoy segura que son solo cuentos —les dijo a un pequeño séquito con el que tenía intención de explorar.
Fueron a través de las murallas, todos los centinelas de Camila estaban festejando o lo bastante ebrios como para no vigilar el paso entre los dos reinos así que no fue difícil llegar al otro lado. Al llegar se topó con algo que no había estado la última vez que había visitado estas tierras: un arco enorme del que emanaba una luz parecida a la aura de la luna cuando resplandece en el misterioso cielo nocturno.
Sintió un poco de resquemor, una sensación poco agradable pero familiar. De todos modos decidió cruzar, los que la acompañaban no avanzaban.
—¿Qué sucede?¿Van a dejar que vaya sola?
—No por supuesto que no, mi reina —avanzaron detrás de ella.
Al cruzar…
—Sabía, no pasa nada… —dijo poco antes de darse cuenta que su voz sonaba ahogada y su boca desprendía un hálito de nostalgia y perdida.
Entonces miró a su alrededor y vio como sus aguerridos y rudos acompañantes descubrían para si mismos nuevas sensaciones: arrepentimiento, pena…; duda.
No poco después a Caitlyn se le abrió un agujero en el corazón, un vacío que había logrado llenar a la fuerza; con sangre y gritos ajenos, con persecución y sin misericordia.
Un vacio que le recordaba a alguien que había intentado olvidar…
—Lo siento —dijo.
»Todo esto esta… ¿mal? —preguntó al vacio en su interior
—Puede estar bien —se asomó Clarisa desde la oscuridad—. Aún hay tiempo para curar lo ocurrido en ese entonces.
Caitlyn empieza a recordar todo lo que había reprimido, cuando ella y Clarisa no se volvieron a hablar cuando Caitlyn decidió cobrar venganza. Lo logró pero se encadenó a la diosa Seblu realizando magía oscura, nunca antes se movio del territorio que había conquistado como suyo.
También recordó como Camila no hizo nada, ni siquiera participó de la conversación o funeral, tan solo decidió volver al castillo de sus padres y al pasar los años empezó a expandir sus tierras cortando el continente en dos reinos, siendo neutral, como siempre lo fue; a Caitlyn le enfurecia eso más que la escasa pasión de Clarisa por tomar venganza.
«Ya no tiene sentido, olvidalo… regresa» le dijo el rostro de Andriade, su antigua amiga muerta en desconocidas circunstancias. De la que había escuchado el rumor de que la había matado un demonio conocido en el reino en el que antes ni si quiera un pie había puesto encima. No le fue dificil en su pasión y delirio por el dolor de la perdida, llegar a él y con la poca magía que dominaba por ese entonces: matarlo y quedar a cargo de sus subtidos y así expandirse.
Ya había olvidado como había empezado todo, y quería volver a olvidar.
—Seblu no puede herirte bajo nuestra protección.
—¿Herirme? Es la única que me ha acompañado… es la única que entiende…
—Claro que entiende… pero no por las razones adecuadas.
—¿Qué quieres decir?
—Seblu no es una diosa, o por lo menos no lo era.
—Claro que es una diosa, una del nuevo culto, de los nuevos tiempos.
—Era como nosotros. Era como nosotros —repitió—, pero no quiso seguir como nosotros.
—¿Qué sabes tu, que ni siquiera sabes de tu propia Diosa?
—Se lo suficiente como para decirte que Andriade no te puede soltar y ni tu a ella, pero acá puedes empezar de nuevo. Mitigamos el dolor con buenas acciones y una vida purgada de violencia.
—¿Qué hechizo usaste?¿Cómo te atreves a usar su nombre e imagen para atormentarme?
—Es lo que yacía en tu interior. Creo que es oportuno que ahora escuches la verdad. Después de tanto tiempo, de todas mis cartas que presumo nunca llegaron o destruiste, al fin se presenta la oportunidad para que me escuches.
—¿Más de tus cuentos?
—No, de alguna forma creo ya lo sabes. Seblu es un espíritu encadenado por un ritual de oscuridad realizado por Andriade. Seblu es Andriade, o mas bien; lo que queda de ella en este mundo.
—Seblu es Seblu. Andriade murió.
—Murio porque Camila tuvo que hacerlo. La acechó en la oscuridad y provocó este accidente a propósito. Nunca fue el demonio que perseguiste.
La incredulidad de Cailtyn fue desvaneciéndose poco a poco.
Caitlyn solo se animó a darse la vuelta.
—Volveras, y te estaré esperando. Aún te considero una amiga, a pesar de todo.
Caitlyn sintió ganas de darse la vuelta, pero no sabía que se suponia podía decir en ese momento.
Siguió su camino de vuelta al campamento donde se había asentado, a esperar el siguiente día, a esperar para encarar a Camila. Esa noche, no se atrevió a hablarle a Seblu, tampoco recibió explicación alguna.
Amanecio y no esperó más. Se reunio donde habían conversado en la presencia de Clarisa el día anterior; momento en el que nada había cambiado de forma radical.
Clarisa y Caitlyn estaban a unos metros, no se dirigieron la palabra. Ambas sabían que este evento necesitaba de la tercera reina para empezar.
Camila se asomó al fin, indiferente como siempre. Esperando la conversación. Preguntadose si había llegado tarde. Preguntadose si había tomado demasiado la noche anterior.
Cailtyn camino hacia su costado, mirando hacia la muralla con la mirada perdida hacia adentro, después de unos segundos miró hacia arriba y interrogó a Camila.
—Camila ¿Mataste a Andriade? —preguntó sin preambulo. Quería tomarla por sorpresa, ver alguna reacción genuina que no la hiciera dudar.
Camila agachó la mirada como avergonzada y después sintió ganas de vomitar, Caitlyn se dio cuenta y el vacío en su pecho se agrandó aún más.
—Clarisa ¿Qué le has dicho? —preguntó Camila.
—Pues, absolutamente todo.
—Entonces, no tengo nada más que agregar —dijo, a la vez que le hizo una seña a un sirviente para que le llenara una copa de vino con una botella que hizo aparecer con magia hedonista.
—¿No vas a decir nada más? —preguntó Caitlyn, indignada.
Camila se bebió la copa de vino como si apenas hubiera sido la primera en mucho tiempo y dijo:
—Me tengo que ir.
Se retiró y quedaron solas, junto a sus acompañantes.
—Debes entenderla —dijo Clarisa—. Desde lo ocurrido se ha evadido, tu igual hiciste lo mismo a tu desafortunada manera; en cambio, ella trata de olvidarlo de una manera más simple y ordinaria… tratando de no dañar a nadie más que a si misma. Por eso nunca baja ni sale de su reino, supongo que tiene miedo de alguna otra sorpresa… como también de Seblu… a propósito ¿ Vendrás?
—Lo pensaré.
—Cruza cuando quieras —dijo Clarisa, con un dejo de esperanza en su voz.
Entonces nuevamente se retiro a su campamento y a la noche intento hablarle a Sebu -Andriade-.
—¿Quién eres?
—A la que has vengado
—¿Por qué lo hiciste?
—Necesitaba más poder. Inmortalidad.
—¿Qué pasa si dejo de dedicarte ofrendas?
—Pereceré. Seré una presencia limitada.
Esa fue la última conversación que tuvieron. Caitlyn decidio cruzar la linea que delimitaba el reino de Clarisa y se enfrento a sus últimos miedos, después decidio llevar a quienes la siguirsen y les ayudo a enfrentarse a sus miedos.
El este y oeste alcanzaron una paz aceptable, con una mejora notable en los conflictos.
Camila nunca bajo del castillo. Siguió con sus fiestas. Siguió olvidando y nunca habló más con sus antiguas amigas magas.
Seblu -Andriade- no volvió a aparecer y Caitlyn espero que ahora descansara en paz y libre de castigos en el otro desconocido mundo.