Siempre me ha fascinado el fuego. Cuando chico, algo así como a los 11 – 13 años vivía en un departamento con mis papas y hermana; debo partir confesando que a veces subía al segundo piso – sí, eran departamentos de dos pisos, estos se situaban en el piso de acceso superior, por lo que eran uno por cada edificio – iba al baño de mis papas, me acercaba al confort, sacaba un poquito, lo apretaba para que agarre consistencia en su forma y lo encendía al borde de la ventana, después de abrirla obviamente, lo hacía con un encendedor, artificio que en ese entonces igual me era algo prohibido, sacarlo era como robar y debía dejarlo en su lugar original al finalizar mi fechoría. Al encender el confort extraído, y cuando ya era mucho fuego o salía mucho humo (alerta de evidencia), lo dejaba caer para ver cómo se iba perdiendo y despidiendo a la vista. Esto lo hacía desde el piso 5, estos departamentos tenían y aún tienen una vista excepcional, debido a que estaban arriba de un cerro y alejados de la ciudad, hacia la mar, pero al parecer mucha agua me provoco la sensación de equilibrar un poco la vista con un poco de fuego; por supuesto no llego mas allá de las travesuras con el confort.
Pasando a otra arista del fuego, ¿Quién no ha disfrutado de ver el fuego arder en la estufa? Sin ir más lejos, contaré algo un poco personal: cuando sacaron la estufa de acá, de la casa, casi me puse a llorar… no lo hice, pero si me dio una profunda pena, no lo digo exagerando, andaba vulnerable igual debido a que no estaba pasando por un buen momento y la felicidad en ese tiempo era lo mas parecido a un cuadro surrealista. Apartando el hecho de mi deteriorado estado anímico en ese entonces, recuerdo que me dio mucha pena ya no ver como mi abuela o mamá ponía madera a la estufa, o como estaban apilados los palos y los tenía que ir a buscar, el olor a leña, a tierra, etc., también sumado a eso el recuerdo de haber disfrutado de esa relación con un elemento material que me era común en una casa que debía ser acogedora… y así se asomaba el nuevo contendiente de la comodidad en casa, la estufa a pellet. La odie al principio, además que era un periodo de varios cambios debido a la mudanza, pero entendí sus principios, me refiero a que toda la idea de tener una estufa a pellet es la comodidad para los miembros del hogar (así mismo es, como un eslogan comercial, pero es verdad), y además el ahorro en no tener que gestionar la logística para conseguir leña para el invierno, y además que sea buena leña, no una que defraude. Bueno, y un día llegaron y sacaron el tubo (que de seguro tienen un nombre más técnico que “tubo” , o solo es.. ¿tubo?) que partía desde la misma estufa, en el primer piso, hacia el techo, pasando por el segundo piso. Sacaron el tubo y lo dejaron botado al lado de la basura, mi recuerdo de una casa acogedora ahora era basura, a los días pusieron dos estufas a pellet. Hacen bien su trabajo, solo hay que comprar los sacos de pellet. No me gusta la palabra —>pellet <— la verdad, así que no la mencionaré más.
Todo lo anterior lo escribí al final, pero decidí ponerlo en la publicación al principio. Ahora seguiré con lo que estaba escribiendo al principio y que ahora es la segunda parte. Estaba escribiendo lo siguiente en una tercera o cuarta línea cuando me di cuenta que escribía sobre el fuego o más bien, allí tomó dirección a ese elemento. Esto lo escribí con una música Cyberpunk de fondo, que contaba con un ritmo acelerado. Al final, cambié a un ambiente mas tranquilo, puse en YouTube, sonido ambiente de Fuego… de todo eso, el resultado fue este:
El poder le hizo perder el rumbo de las cosas
Y era tan imponente que avanzaba y avanzaba sin resquemores, no había dudas
Encarnaba la determinación de un monstruo sediento de victimas
Rojo como el calor de su temple
Furioso, respiraba cada vez más fuerte
En su debut, corto le parecía el festejo de la noche
E impotente de su ansiedad, no contemplaba un amanecer sin intensidad
En algunos lados terminaba en cenizas cuando no tenía nada más que decir o reclamar para sí
Y por ahí o por allá, lo humillaban con agua a ver si se retiraba sin más
Al oxígeno competía por acaparar, con esto a las demás bestias y seres no le importaba asfixiar
Devoraba todo, quizás su fundamento no era algo que sentía, sino parte de su naturaleza
Esa naturaleza que refleja la autenticidad de una actitud, de una intención sin intersección
Bueno ya, digamos su nombre si esto no es una novela de misterio
Y no hay nada de misterio en él
En el fuego
Dicen que quemarse es una de las sensaciones más dolorosas, al igual que ahogarse
¡Vaya que salto en la narrativa me di aquí!
Pero ahogarse es como finalmente ser capturado y entregado a merced de algo más grande que tú
En cambio, el fuego; consume, derrite y los restos perfectamente pueden pasar por un colador
Si al final de la aventura, las cenizas ya no tienen un hogar
~
El fuego, siempre es parte de un contexto
El de una vela de cumpleaños es muy distinto que el fuego que deja un rayo al rebajarse a nuestra altura
¡Acompáñame en este delirio que ahora estoy sintiendo cada vez más calor…!
Y ahora que veo a mi lado, ¿Cuándo prendí la estufa?
…
Fuego, cuando eres más pequeño, cuando no eres una vastedad y tu boca es más humilde
Me agradas, sinceramente… me agradas
Así, en control y templanza, eres grata compañía
Si te expandes mucho, causas muchos problemas, entiendo que quieras purificar y transformarlo todo, pero empecemos purificando algo pequeño, como corazones ausentes y mentes frías
Aunque sin más que unos segundos de reflexión, encuentro poco atractiva la idea de que una persona tenga que purificarse, es cómo la creencia de que al nacer ya nacimos en pecado y estamos condenados a redimirnos de él, ósea, de nuestra existencia. Que estilo más tortuoso de caminar por la vida. Aunque sirve para las personas que estén dispuestas a entregarse por completo a algo que no se puede negar ni afirmar.
En este punto, ya se desvió el rumbo de lo escrito. Aunque nunca tengo un rumbo para ser sincero. El fuego, el calor, la calidez de escribir casualmente, hicieron de este un día satisfactorio.
Hasta otro impulsivo expresivo.
¡Adiós y Bonita Vida!