Océano, bonita palabra… Evoca misterio, profundidad, vida…
Así que dime; ¿Qué escondes océano? Te he visto en los ojos de aquella, absorbiendo una que otra mirada.
¿Por qué, ojitos cuidadosos, se ha apropiado de ti un enigma? A ti te digo, amada.
¿Dónde estuviste todo este tiempo? Es lo que se pregunta constantemente nuestro enamorado.
Y yo quiero saber, ¿Por qué posees el poder de despertarlo del letargo y acariciar su voluntad?
El enamorado varias veces se hizo la pregunta de si solo eran las hormonas… pero volvió a caer en el océano de sus ojos… perdido ya estaba, con suaves cadenas liquidas que emanaban de los ojitos cuidadosos, cadenas que no se podían cortar con nada… y además tiraban de él, captando toda su atención.
Mas no sospechaba que ella sabía lo que el sentía, pues era muy evidente y no necesitaba escuchar una declaración ante tal viveza y atención que recibía por parte del enamorado. Ella meditó la situación, después lo puso a prueba, en definitiva… lo esperó. No quería vivir algo que podría ser temporal. No quería quedar como un mero recuerdo.
En la vaguedad de este futuro, se hicieron acontecer varias semanas, hasta que el enamorado la invitó a salir. Ella aceptó, se mostró sorprendido porque pensó que no tendría chance, paseando ya, no dijo palabra en todo el recorrido, que era un paseo por la ciudad, tan solo andaban de la mano sintiéndose afortunados y surrealistas, esperando que el otro igual se sintiera de la misma manera.
Al día después les perdí el rastro… o debería decir no quise enterarme de más novedades…
Son los primeros impactos de una relación; los más sinceros, nerviosos y auténticos, otros dirán que los más falsos. De todos modos, después cuando la relación ya es un hecho consolidado… el océano puede secarse, la vida en los ojitos cuidadosos puede morir, lo que nos pareció un enigma exquisito puede volverse en asunto trivial, y el enamorado volverse cada vez más hastiado.
Les deje de seguir el rastro para no saber si ocurría esto, por lo que ahora cada vez que me acuerdo de ellos me formo un cuadro mental, donde sus expresiones enaltecen su amor y quedan congelados en ese “momento feliz”.
Lo que lleva a preguntarme, ¿Quién soy? Alguien; ¿Optimista? ¿Surrealista? ¿Fantasioso? ¿Ingenuo? Yo que sé… lo único que tengo claro es que cuando sea yo el enamoradizo, no podré escapar de la realidad, habrá un pasillo a recorrer de cuadros y supongo no todos serán expresiones de suma felicidad, como tampoco podré elegir cuales tener y cuáles no.
Pero bueno, por ahora, ante la actual falta de andanzas que me tengan de protagonista, me quedo con la fantasía de una historia ajena.