Bueno bueno, esto requiere de presentación. Dude en publicar este cuento debido a que el desenlace, y únicamente el desenlace debo decir, me parece bastante perturbador, y eso puede hacer que se me considere ¿ de juicio preocupante ?, por decir algo. Supongo que no son pocos los autores a los que su perfil de persona común y corriente, les es transformado por lo que escriben, mas aún si son temas tabúes y de poca ética como también de poca popularidad . En mi defensa, lo escribí en el 2016 y era para un concurso donde debía enviarse un cuento que estuviera inmerso en una atmósfera de terror. En ese entonces vivía en un lugar de no muy agradables condiciones, internas y externas, probablemente debí darme cuenta de esto al ser el departamento homestudio mas barato que encontré por lejos, siendo lo mas preocupante el ambiente que se generaba por la noche, cosa que comprobé cuando ya había pagado y trasladado todas mis cosas. Dicto ejemplos; borrachos, gente peleando, gritos, balazos, supongo que por la existencia de un terreno baldío donde podían «practicar» estos seres a su propio gusto y bajo baja o mas bien, nula vigilancia, un prostíbulo justo al frente, donde asumo igual se movía droga día y noche, peleas recurrentes supongo por el hacinamiento de algunas familias que vivían en departamentos chicos y sobretodo la tranquilidad era de difícil trato al escucharse absolutamente todo a través de las paredes, hacia arriba y hacia los lados. De todos modos, son recuerdos de vivir en una situación bastante «real», ya que para ser sincero la comodidad hace que olvidemos y ignoremos varias cosas. Todo esto y la decorativa presencia de cucarachas y agua turbia hacían un caldo perfecto de inspiración. Quizás estoy exagerando pero ya está. Así que aquí va el cuento. Provecho.
Juro no recordar, nunca jamás
Hola, ¿Me permite saber su nombre, o a lo menos dirigirme la palabra? Lo que es yo, olvide mi nombre, no sé si será normal en esta confusa existencia; parece que las cosas nunca pasan como espero, y ahora; la verdad me es igual de fiable que la duda; pero debo decir que algunos recuerdos me he permitido conservar, y te los contaré, para que así me puedas ayudar a encontrarle sentido a este confuso encuentro. No recuerdo el día exacto en que ocurrió, solamente sé que mi condición era más débil que un trapo que no da más uso, languidecido y olvidado en un baño cualquiera, en algún motel, debajo de un lavamanos, acuclillado pensando en vaguedades, entre cucarachas veloces y mugrientas, mientras mis temores protestaban por sacarme gritos por cada poro por el que pudiera traspasar aire.
Estaba en este estado, y acto seguido tocaron la puerta, me rehusé a ser útil e ir, hasta que tocaron por quinta vez y me dispuse a abrir los ojos, levantarme y con suprema pereza llegar a alcanzar la manilla. Me amenazo un mal presentimiento. Dejé mi mano adherida a la manilla, paralizado:
No sé cuánto tiempo pasó, pero volví al presente, al escuchar del otro lado:
—Abra o tendrá una muerte súbita, no tengo tiempo para tonterías, ni si quiera debería estar haciendo este trabajo. ¡Ya sé! Ja, ja, ja –Dijo interrumpiéndose a sí mismo, con una intención de morbo total—. Ya que me da tiempo para la imaginación, si sigue vacilando, mejor lo estrangularé con una sola mano —el propietario de estos comentarios demostraba tener una voz locuaz y definitiva, avasalladora; un bálsamo que te tiende a llevar hacia la locura.
—No entiendo, pero… de cualquier manera, seguiré sin entender —murmure mirando al piso con ojos vacíos.
Acto seguido, giré la manilla, el sonido de la puerta y las bisagras oxidadas parecían ser lo único que tenía vida, siendo el resto propiedad de un universo congelado en un tiempo agónico, improbable de toda atención. Para mi sorpresa, no había nada ni nadie al otro lado; pero con precaución me fui percatando que una sombra se proyectaba por detrás de mí e iba cubriendo la mía, hasta oscurecerla hacia un gris rojizo.
Un escalofrió ardiente y sulfuriento recorrió mi médula, igual que un puñal que se jacta de ser imprevisto
— ¡Ja, ja, ja! Me gusta jugar con la estupidez de las personas, pero me agradan más en su euforia demencial, tú eres muy aburrido y patético…, ya es hora de irnos.
Me di la vuelta hacia la voz. Con ojos dolientes trate de reconocer una figura, pero no había visto antes algo parecido, era un aura circular de color negra, cubierta de un fuego rojo lava. Se fue expandiendo, absorbiendo su entorno, todo se cubría de un negro estelar; así, quedé suspendido en la nada, en un aparente infinito, sólo y sin corporeidad. Esta voz… me dijo detalles que no logro recordar, de hecho, ni si quiera sé si me hablaba a mí, o quizás el que hablaba era yo…. lo único que logré entender es que…
Mis pensamientos fueron interrumpidos con una indiferencia tan clara, que no supe como reaccionar.
— Pues, que te importa el pasado, si ya sabes que tú porvenir, de rojo se ha de teñir. —Era la misma voz, pero ahora en un ser corpóreo, dirigiéndose a mi mientras que con su cola puntiaguda, como cual niño que hace sus típicas travesuras, me despojo de mis ropas en un santiamén.
Hizo un ademan, y dos minotauros con alas negras; sí… dos míticos minotauros, descendieron teñidos en sangre ajena, uno se puso a hablar con el al parecer anfitrión de estos fuegos eternos, mientras el otro me amarro una cuerda al cuello. Según yo, innecesaria; yo ya estaba a la merced del temor.
— Nos vemos en algunas eternidades más, hijo mío —rió, la entidad desalmada.
— ¡No entiendo, no entiendo, no entiendo! —Lloré a gritos rechinando los dientes, mientras morbosamente disfrutaba de mis últimas lágrimas, sabiendo que después solo serían el vapor que decorarían mis castigos.
Caí al piso tan fuerte, que la cuerda cobro vida, siendo estrangulado con la fuerza de mil serpientes constrictoras
—¡! Oooh!! ¡! Oooh!!¡No puedo creerlo! ¡Que vil! ¡Que siniestro y calculador! ¡Ya recordé todo!
Abruptamente, brotaron recuerdos anteriores a los que ya he mencionado: tres días antes de la aparición de esta extraña entidad, tenía una familia…tenía, he dicho, porque… mis hijos y esposa… están ahora muertos cerca de algún pueblo desolado, cerca de algún rio, cerca de algún motel.
Pobre de mí, pobre de ellos.