—¿Te desconectas ya
—Si, mira… no vas a creer lo que soñé—dijo Alicia con una sonrisa y expresión de hacerse la interesante—, como bien sabes me causa terror cuando el auto donde voy roza o pasa cerca de otro o también cuando se pasa de la velocidad permitida, sobre todo en carretera. El tema es que, en el sueño, íbamos saliendo de Kantis y mi mamá iba conduciendo y le dije “Mamá, tu no conduces ¿qué haces al volante?”, a lo que me respondió “Claro que conduzco, y hasta sin manos” y reclinó su asiento, se recostó y puso sus manos a descansar detrás de su cabeza, desesperé y le dije que me quería bajar; frenó en seco, agarro una manta, se cubrió y me dio la espalda acomodándose aún más en el asiento ahora reclinado por completo; no le dije nada y me bajé cuidadosamente, un pie tras otro, como si temiera que al pisar no encontrara más que vacío. Y cuando tuve los dos pies sobre el pavimento inexplicablemente —como en todo sueño vale decir— me di cuenta que ahora yo estaba frente al volante, sola en el vehículo, y conduciendo a 200km/h… no podía moverme ¡ Te juro era muy desesperante, era como no poder despertar de una pesadilla, aunque claro…. literalmente, eso era!
»La carretera era infinita, una línea recta, lo único que cambiaba en este escenario era que se hacia de noche y de día muy rápido, en cosa de segundos, por cada latido que escuchaba de mi corazón; cambiaba del día a la noche o de la noche al día, y así… sucesivamente.
—Qué horror—intervino su amiga, escuetamente.
—A que ahora no te parece nada sospechoso que haya despertado toda sudada jajaj—dijo mientras aprovechaba la pausa para secarse un poco el cuello y la frente con lo que parecía una toallita de gimnasio.
—Bueno, sí. No me diste tiempo a comentarlo. También me gustaría contarte mi sueño Alicia—dijo su amiga con una honesta sonrisa, que no duró más que su comentario.
—Volviendo a mi horripilante experiencia—siguió ansiosa con su relato—, seguía sin poder despegar las manos del volante y el pie del acelerador… el medidor de velocidad ya había dado la vuelta, no podía avanzar más…y lo más sorprendente, es que parecía ir alguien al lado mío siguiéndome el ritmo, era mi mama en una moto… ahora que lo recuerdo me da mucha risa, ¿Qué absurdo no? El subconsciente juega con una como quiere, no hay duda. Tampoco quiero pararme a analizar el sueño, el tema es que; quería que yo parara, me dio la impresión como si fuera un policía reprendiéndome por mi exceso de velocidad, se veía muy preocupada y quise responderle pero ahí me di cuenta que tampoco podía hablar, al parecer estaba condenada a estar en ese asiento, como si fuera el único propósito por el que empecé a soñar esta extraña aventura… pero, entonces… sucedió de forma fortuita… todo desapareció: el auto, los asientos, la carretera, mi mama, la adrenalina; absolutamente todo, incluso dejé de escuchar los latidos de mi corazón.
»Después de la frenética carrera, parecía estar flotando en esta inmaterialidad, espacio que en segundos después sería ocupado por otro escenario del mundo de mis sueños; un desierto… no había nada, solo grandes telescopios y un planeta que giraba alrededor de la tierra en cosa de segundos, volvía a girar, volvía a girar y volvía a girar…se iba y volvía, se iba y volvía…este gigante estaba rodeado por una especie de anillo rocoso… se parecía a…
—¡Júpiter! —dijo ansiosa su amiga al ver que algo podía comentar sobre el sueño de Alicia.
—¡Qué No! Ósea, sí. En fin, que no me interrumpas. Déjame terminar Samanta.
»Retomando…Sí, estaba Júpiter dando vueltas…y ahora que lo pienso este escenario creo que se debe a lo que vimos en las noticias al almuerzo sobre el telescopio mas grande del mundo que van a construir al norte del país… en fin, la cosa es que permanecí ahí, suspendida en el aire… y pregunté de una manera muy absurda “¿Aloo?” ¿Te lo crees? Estaba en un desierto, flotando en el cielo… haciendo preguntas a la nada, como si alguien fuera a abrir un portal y salir a saludarme jajaja —aprovechando la risa, exhaló y dio una gran bocanada de aire para continuar—. La escenografía del desierto no duro más de unos minutos, di un pestañeo y mi visión me situó ahora ante un estrado, al frente mío había una jueza, y al solo dirigir mi mirada hacia ella dio vuelta su cuello y cabeza hacia mi con la elegancia pero perturbadora acción digna de un búho, y me preguntó; “’¿Todo bien?”, a lo que le respondí con otra pregunta; “¿Si, disculpe… que hago acá?” , entonces me dijo firmemente; “Siéntese y deje al abogado proseguir, ya tendrá su turno”. Hice caso y me di cuenta que no era yo la enjuiciada con preguntas, si no mi mejor amiga y al parecer yo la estaba defendiendo porque en la mesa, sujetándolos en mis manos; había 3 folios transparentes que en el frente tenían escrito en una franja adhesiva blanca “ASÍ DEFIENDO A MI MEJOR AMIGA 1”, “ASÍ DEFIENDO A MI MEJOR AMIGA 2” y “ASÍ DEFIENDO A MI MEJOR AMIGA 3”.
—¿Era yo verdad? —Le preguntó su “MEJOR AMIGA”.
—Obvio que sí, “mejor amiga”—soltando una de unas cuantas risitas contenidas.
»No me vuelvas a interrumpir que se me va a olvidar el sueño. Como te decía… estábamos ahí; a ti te estaba interrogando el abogado del demandante, todo muy estilo judicial: con guardias, testigos, unos micrófonos que nunca me habían parecidos tan rígidos, en fin; estaba respirando esta tensión solemne y de un momento a otro, parecido a las veces anteriores, estaba ahora en el sillón de mi casa viendo la televisión, y no me vas a creer: ¡Estaban transmitiendo el juicio —exclamó forzando algunas gesticulaciones de su cara para hacerle saber que este era el clímax de su sueño, o podríamos decir “metasueño”—, el mismo juicio en la que estábamos antes , así que estaba ahí, viéndome a mí misma con los folios esperando pacientemente que terminaran de interrogarte.
»En esta situación ya un poco familiar, sentada, y mirando televisión, pude retomar un poco el control del sueño y decidí descansar ahí mismo. Al parecer en los sueños los pensamientos aceleran mucho las cosas porque al acomodarme en el sillón pasé de estar con esta ropa de “abogada” a estar en mis prendas de pijama y con una almohada puesta perfectamente para descansar mi cabeza… así que cerré los ojos en el sueño y desperté acá… así qué, ¿Qué te pareció mi sueño?
»¡Qué ya puedes hablar Samanta! —Alicia miraba a su amiga que estaba ahí, como una estatua; no parecía respirar ni expresar vida a través de sus ojos.
— Alicia, Alicia, Alicia…¡¡Despierta!!—es lo que escuchaba que le decía su amiga, pero su amiga estaba al frente de ella, sin moverse. ¿Como la escuchaba, si ella no era más que un molde desprovisto de vida?
Alicia se empezó a marear, la envolvió una sensación similar a la de cuando no podía moverse del auto; de impotencia, de no poder hacerse cargo de sí misma. De cero control. Cerró los ojos y le pareció estar abriéndolos en otro mundo; completamente distinto, pero a la vez: completamente idéntico.
—Arghhhh … mmmm… ¿Qué? — Su voz tambaleaba.
—Murmurabas cosas muy rápido y tus ojos se movían mucho así que te desconecte antes de tiempo. Estas máquinas nunca me han gustado, no entiendo tu fascinación por los sueños inducidos. Siempre te he dicho que el lugar para soñar son las camas, o un sillón a lo menos como sueles hacer.
—¿Aahhh? ¿Estaba soñandooooooo? —le preguntó a Samanta, no sabiendo si era una pregunta retórica o de verdad había sido un sueño. Salió de la maquina inductora.
—Brrr… ¿Si a eso vinimos no? Yo ya terminé hace 10 minutos, no quería meterme en estas cosas, pero elegí el nivel onírico amateur para acortar la espera. Y bueno ¿Qué soñaste?
—Jajjajajj —lanzó una carcajada que osó con despertar a los otros clientes durmientes que se encontraban en el centro de entretención onírico.
—Jajaj—río Samanta, solo para no sentirse incomoda—¿Tan gracioso fue tu sueño? Cuéntamelo.
—Mejor cuéntame el tuyo—le dijo finalmente Alicia a Samanta. Esperando esta vez… que no fuera otro sueño