Era una mañana de otoño. Es esa época en el año donde pensamos sobre lo ocurrido en verano. Como si de sacar cuentas se tratara…
Creo que mi poca disposición y estrechez de mente hizo que esta bruja me maldijera. Al despertar, mi primera reacción fue llevarme las manos a la altura de mis ojos, bien cerca; nunca las había examinado tanto, pero era para comprobar si lo que ella me había dicho era verdad.
«En 60 días, al dar el alba, serás un ser invisible además de inservible» Es lo que ella había dictaminado en ese entonces, y recuerdo que hizo gran énfasis en lo de inservible. Siempre me ha fascinado y a la vez desagradado como las personas que trabajan en lo que algunos llaman misterios de la vida siempre son tan poco claras y precisas en sus explicaciones y afirmaciones.
Si bien había sido la primera vez que iba donde esta bruja, y no creía en supersticiones, la experiencia me dejó en alerta y tenía marcado con una ‘X’ en el calendario, el día 60, que caía sábado, esto respondía a fines puramente científicos. Mi propósito era ciertamente esperar ese día, corroborar que nada extraño hubiera pasado e ir a donde la bruja, para que resuelva el misterio recién estrenado que tenía por título “¿Por qué la bruja es una embaucadora y mentirosa?”. Me imaginé durante largo tiempo la escena en la que la confrontaba, ya tenía en la cabeza todo el espectáculo que quería llevar a cabo, con lujo de detalles.
Ante mi ansiedad, me apresuré rápidamente a ducharme… noté que todo ocurría con normalidad; el agua no traspasaba mi cuerpo, sino que se deslizaba normalmente, mi pelo no creció ni cambio de color, tampoco se cayó, al lavarme los dientes, nada extraño parecía suceder, seguían donde debían estar; me miré al espejo, también seguía ahí, era yo, no era un vampiro ni un ser invisible. Todo muy normal, me sentía muy bien. Bajé, prendí el televisor mientras me preparaba el desayuno… podía hacer todo como cualquier otro día, con eso descarté lo de inservible; ya eran dos descartes de dos, no era ni inservible ni invisible.
Puse mi canal favorito sobre noticias de ciencia y avances tecnológicos y cuando ya daban las 10:00 supuse que mi amiga ya estaba despierta, así que puse el celular en la mesa, pero aún cerca mío, y con el altavoz puesto, a lo que ya estaba haciendo la llamada. Estaba muy ansioso y plácidamente satisfecho de decirle del fracaso de la maldición de su respetable bruja. A los segundos la dulce voz de Maia contestó:
—¿Hola? ¿… Martín?
—Si, Maia ¿Cómo estás? ¡Tengo que contarte algo que obviamente ya sabías! Es el día 60 y no ha ocurrido nada jajaj —dije con una sonrisa de oreja a oreja— ¿Te parece si paso a buscarte y después vamos a donde la bruja?
—Emmm… disculpa. Te tengo guardado como Martin, pero ni idea quién eres. Seguro te equivocaste de número. Pero, por curiosidad, ¿Me podrías hacer memoria de porque te tengo en mi celular? Cambié el número apenas hace un par de días y me parece extraño tenerte como contacto sin saber el por qué.
—Jajaj esta buena tu broma. —Mi sonrisa dudaba un poco.
—¿Qué broma? En serio, si alguien está haciendo una broma es a mí, de seguro alguien tomó mi celular y planeó esto. Lo siento, pero me siento incomoda y debo colgar. No vuelvas a llamarme que no tengo tiempo para bromas infantiles.
—¿Alooo? —pregunté sorprendido al haber terminado la conversación de esta forma.
En ese momento me quedé helado, en un escalofrío que me tuvo por huésped un largo rato. Apagué el televisor, deje el desayuno a medio terminar, junté y lavé la loza que tenía acumulada de la semana, y debo decir que por primera vez no quería que se acabara porque no sabía que hacer después, solo quería permanecer ahí, sin moverme, sin pensar, haciendo algo doméstico, familiar y conocido. Terminé, me fui a mi lugar especial, donde me gustaba leer y saqué el celular, sin dudar volví a llamar a Maia. Contestó:
Te dije qué… —y el teléfono como si de una sobrecarga de energía se tratara, pareció explotar por dentro.
Inútilmente traté de volver a encenderlo…inservible. Y ahí fue cuando recordé algo que había dicho la bruja: “Invisible e Inservible”. Pero aún era muy pronto para asociar hechos aislados.
—Mmmm… de seguro no son más que unas desafortunadas coincidencias —dije en voz alta, como sí no hubiera sido el único en la habitación enterado de los sucesos. Fue la primera vez que sentí miedo y no curiosidad, por algo que desconocía.
Fui a mi pieza, agarré el calendario y lo escondí en el closet como si se tratara de la evidencia que expondría mi incredulidad. Lloré un poco mientras estaba tendido en la cama, sin abrir los ojos. Al rato, me limpié las lágrimas y decidido a retomar el control, hice un poco de memoria para ir a donde había ido a visitar a la bruja, en busca de explicaciones.
Al llegar había un tipo en la entrada de la casa, me detuve ante él y reconocí en su mirada los ojos de la bruja, ya un poco esperanzado, asumiendo que era su hijo o algún pariente, le pregunté:
—Disculpé, señor. Me encuentro en un aprieto y quisiera ver a Madame Balsky. De seguro la conoce ¿no? ¿Puedo entrar? ¿Esta acá? dígale que la necesito, por favor —le dije, hablando tan rápido como podía.
—Jajaj apuesto que sí estas en un aprieto, jovencito. Pero siento decirte que tu presencia acá es inservible.
Inservible…esa palabra hizo eco largo rato en mi mente, pensaba en esto mientras parecía haber perdido el contacto con la realidad, no sentía nada, no sabía si estaba vivo o muerto, mis cinco sentidos estaban ausentes, creo que es lo que llaman una pérdida total del ego. Nunca me interesaron esas tonterías. De repente, de forma súbita, volvía a ser el de siempre, pero no estaba donde la bruja, si no que aparecí en mi cama de nuevo. Tal cual hace unas horas, era de mañana de nuevo.
—Ah, así que fue un sueño. Uno pésimo —dije al levantarme y mirar el calendario, que no estaba escondido en el closet sino colgado, donde debía estar—. Bueno, basta de este suspenso innecesario, llamaré a Maia y después seguiré durmiendo. Al parecer necesito descansar la mente.
Me senté al borde de la cama, me sentía un poco ligero, pero no le tomé importancia; busqué el celular, ahí estaba cargando, como lo había dejado antes de dormir, lo agarré y al instante me sentí muy agotado, por lo que lo tuve que dejar caer, me pareció extraño y asumiendo que me encontraba muy débil por aún no haber desayunado, bajé a prepararme algo. Iba a abrir el refrigerador, pero tampoco pude, traté con las dos manos, con todas mis fuerzas, no funcionó … era como el día anterior pero no de la misma manera, esta situación era más irritante que desconcertante, me sentía inútil, inservible. Por lo menos no tenía hambre.
Ya asumiendo que no sería un fin de semana común y corriente, y ya agobiado por el cansancio mental que todo esto me produjo, decidí pasar el día encerrado. Total, no tenía ni hambre ni sed. Me fui a mi pieza, a pensar si había sido una mala idea mostrarme tan prepotente con la bruja el día que la conocí. Después de haberle dado vueltas al asunto, sin poder concluir nada lógico, me paré, me acerqué a la ventana y ya se estaba poniendo el sol, me quedé mirándole un rato y oí a alguien toser, cosa extraña porque como ya se habrán dado cuenta, vivo solo, y en esta época del año, con la intensa nieve, rara vez hay gente circundando; además la tos parecía ser por dentro de la casa.
Bajé cautelosamente, y me encontré con una neblina en el primer piso, cosa realmente extraña…eso sí, podía ver una figura por detrás, sentada, en mi lugar especial.
—Vaya casa tienes, jovencito —Figura o no, daba lo mismo, reconocí esa voz inmediatamente.
—Pero que poca cortesía tienes con tus invitados, jovencito. Ah, se me olvidaba, nadie me invitó jejeje
—Exacto. Tampoco nadie te dijo que arruines mi vida.
—Pobrecito. Lo siento, pero es como las cosas deben ser. No necesitas pedir perdón. Es parte del tejer del destino. Necesitaba un incrédulo para mi conjuro. Tu lo fuiste, y lo seguiste siendo durante los 60 días, que por si no te diste cuenta, era parte de la maldición y también el plazo para sacártela, pero un incrédulo nunca querrá remover algo que no creé que exista, por lo menos no, hasta que la maldición ya está completa.
—Ahora, ¡Fuera de mi casa! —dijo la bruja, al momento que sus ojos parecían hacerme arder por dentro.
—¿Que, queé-ué? Es mi casa, y tengo una vida, una familia, amigos. Una vida, ¿entiendes? ¡DEVUELVEMELA! —grité, lo más fuerte que pude.
—Los fantasmas no tienen vida – sentenció la bruja.
—¿Cómo?
—Eso, que los fantasmas no tienen vida. ¿Que no te diste cuenta? Mira. —Y la bruja me acercó un espejo —. Y obviamente, tampoco tienen reflejo.
—¿Y tú…?
—Yo te veo porque fui la que te lanzó la maldición. De cierta forma me perteneces, así que si quiero podría darte algo así parecido a lo que llamas vida. ¿Qué dices? —dijo la bruja, con una sonrisa que reflejaba el orgullo de un plan exitoso—. Hasta te tengo pensado un nuevo nombre.
Y así fue como me volví el ayudante de la bruja. He estado ayudándola por años, mi casa se convirtió en su especie de “cuartel mágico” y cuando no está acá, intento investigar por mi cuenta, se hace difícil ya que como fantasma no tengo mucha fuerza ni presencia, pero a lo largo de mis años he logrado cierto conocimiento, y hoy la bruja ha partido a una localidad cercana, no volverá en una semana y logré embrujar un lápiz con magia antigua, con lo que pude escribir esto.
Por favor, ayúdame. Al reverso de la hoja salen los ingredientes y los pasos con los que debes proceder para liberarme.
Te espera, con amor y esperanza;
Mutis